lunes, 2 de febrero de 2009

EL NUEVO MUNDO

Estoy empapado de orín y lleno de mierda hasta el cuello.
Tengo hambre.

Frente al manuscrito que acabo de terminar,
descubro texturas que no he matizado,
tinieblas que hay que aclarar,
cuentas que han quedado pendientes.

Fragmento de El artista (2)
Oscar Oliva.
Estado de Sitio y otros poemas.
Joaquín Mortiz, SEP. 1986.




A unos cuantos días de terminar el 2mil8 y escasamente a los treinta días de enero, me llegó a la mente un cuestionamiento que me hiciera Noé Mercado, amigo con quien desayuné y departí, como cada año en el Centro Histórico.

En aquel entonces hablamos de Fuguet y Caicedo, Borges y el género literario policiaco, además de un sinfín de temas que versaban sobre nuestra condición de diálogo, de algunos ex compañeros de la Escuela de Periodismo Carlos Septién incluso, pero sobre todo, de la literatura contemporánea.

Más allá del desayuno, él me preguntaba en sobre mesa, sobre la literatura actual en los nuevos tiempos. Respondí de forma bretoniana (automática) que la literatura actual era diferente y no como antes, parecido a los ejércitos.

Quise demostrar lo malo que había sido el ejército y de forma análoga, le externé que los grupos intelectuales, también habían hecho lo suyo: enterrar a muchos vivos, ya fuera con el uso de su poder de grupo o bien, a través de la parte política, gubernamental y de ahí, a todo lo que estuviera entre sus manos:

Los exilios, los desterrados, los desaparecidos políticos o bien, el encierro en las décadas de los sesentas y setentas, fueron propicios al desarrollar una cultura de corrupción y represión, la cual contenía un matiz de bienestar y paz como forma ideológica. Por supuesto que un exilio tenía su parte intelectual, los gobiernos si bien lo promovían, estos actos eran avalados por los grupos blancos de polvo cultural.

Hoy los grupos intelectuales no controlan el anecdotario de la vida cultural dentro de los medios de comunicación impresa y televisiva; menos aun, en la vida nacional. Obvio resulta entonces que el contexto cultural está extraviado y lo único que le hacía sólido, fue su poder o influencia oficial sobre grupos intelectuales.

Si bien es cierto, que el ejército se ha caracterizado por ser una institución demasiado hermética, capaz de poner a un gobierno por otro bajo el mandato del orden y terror, también los medios correspondían para completar lo malévolo del Estado.

Hoy sabemos que los medios de comunicación son poderosos entes políticos que reubican a un gobierno por otro, creando influencia de terror y horror sobre los mass media (mass, término inglés moderno que indica sociológicamente masas y media, referente a lo visual, o correspondiente a un medio de comunicación).

Los años de este nuevo siglo, han mostrado un aspecto de interés: que la cultura oficial no es ideologizante y la intelectual, ya no es tan poderosa. Un ejército poderoso es ahora una milicia vieja, que no alcanza a determinar su papel dentro de la sociedad, lo mismo son los grupos intelectuales, que ahora ni se asoman a la ventana de los medios, por la simple y sencilla razón a ser vistos como innecesarios y cómplices del pasado.

Pero, cuál era la relación entre la pregunta y respuesta con la cual inicié este escrito? Por qué la analogía entre la literatura actual y los ejércitos de ayer? Todo es simple, respondo nuevamente: la literatura de hoy no es la misma que la de ayer, porque los viejos oficios de los grupos intelectuales se han reducido y los viejos mitos oficiales siguen cayendo. ¿Qué mitos? Aquellos grandes y preciosos escritores (algo así como el gober precioso) que se alimentaban de lo oficial, que convivían y se vinculaban a ser cómplices de todo un sistema.

La literatura contemporánea intenta por diversos caminos y medios. Se muestra ya no rimbombante, gótica, académica e ideológica, ya no es la suma de grupos reducidos a manifestarse como un todo. Hoy probable, existe una dispersión bajo el plasma tecnológico como el internet, que permite un medio común de crítica y su línea no es definitoria, no algo que conocimos como oficial.